martes, 6 de septiembre de 2011

Enfermero transcultural. Barreras entre médicos y pacientes inmigrantes existen. Él trabaja para vencerlas.


El Periódico- Martes, 16 de agosto del 2011 
CARLOS MONTAÑÉS
Información publicada en la página 64 de la sección de Contraportada de la edición impresa del día 16 de agosto de 2011 VER ARCHIVO (.PDF)
-Puede ser. Iba aprovechando las oportunidades.
-Y una de esas oportunidades lo llevó a ser modelo.
-Sí, más o menos. Tenía 17 años y había enviado una foto a un concurso de la revista Elle. Y gané. Se interesó una agencia francesa y ahí empecé a hacer pequeños trabajos en París.
-No todo el mundo envía foto a Elle.
-Ya lo sé, fue algo que hice por curiosidad, un impulso, y además lo hice convencido de que no iba a pasar nada. Pero ya ve, se convirtió en mi fuente de sustento durante varios años. Claro que esa era la época del boom de la inmigración, y aquella imagen del chico moreno, árabe, era muy bien recibida. Siempre acababa encajado en los temas étnicos.
-Qué era, ¿modelo de revista?
-No solo. Llegué a desfilar en la pasarela Gaudí, y en París, y en Milán. Fui modelo entre los 17 y los 23 años, y de esos hubo dos de mucho trabajo. Luego, poco a poco, lo fui dejando.
-¿Y qué hizo?
-Entré a trabajar en una consultoría. El modelaje no me ocupaba todo el tiempo, de hecho eran trabajos ocasionales, y mientras tanto había estudiado Mercadeo y Publicidad.
-Eso quiere decir que ya se había instalado en Barcelona, ¿no?
-Sí, ya estaba aquí.
-Recordemos un poco su historia. Sus orígenes.
-Por supuesto. Yo nací en Tánger, pero a los seis meses vine a vivir aquí. Nos instalamos en Berga, porque a mi padre, que era técnico de minas, le habían dado trabajo en Pedraforca. Él vio una oportunidad para dar un mejor futuro a su familia y nos trajo a todos, mi madre y mis siete hermanos. Y ahí me crié. En Berga.
-Hablemos de enfermería, venga.
-Mire, yo sabía que tarde o temprano iba a estudiar Enfermería. Lo que pasa, como le dije, es que iba aprovechando lo que iba saliendo. Pero un día, a los veintitantos, me puse una meta y me dije a mí mismo: «Antes de los 30 años voy a ser enfermero».
-¿Por qué lo tenía tan claro?
-Lo sabía desde niño. Cuando alguien enfermaba en casa, yo lo cuidaba. Una vez, por ejemplo, cuando tenía 12 años, mi padre se puso enfermo como a las cinco de la mañana, y de todos mis hermanos yo fui el único que se levantó y renunció a sus horas de sueño y lo acompañó al hospital. Con mi madre, claro. O cuando mis hermanos tenían fiebre: les cogía la mano y les hacía la cura que había leído en alguna revista.
-Ya veo. Lo raro es que haya trabajado en consultoría.
-Supongo. El caso es que mientras trabajaba me metí a estudiar en la Escuela Santa Madrona. Y el primer año, recuerdo, empecé a escuchar comentarios de compañeros que hablaban de comportamientos intolerantes, de médicos y enfermeras que hablaban de pacientes en términos de «esa mora», o «ese negro». Una discriminación que a mí me resultó insoportable. Entonces busqué algo que vinculara salud e inmigración. Y encontré a Madeleine Leininger.
-¿Madeleine...?
-Leininger. La mayor autoridad en medicina transcultural. La leí, me inspiró, me puse a investigar e hice un manual sobre cómo viven la enfermedad las diferentes culturas, detallando cuál debía ser el comportamiento del profesional teniendo en cuenta las excepciones culturales. Nunca lo publiqué, pero lo repartí entre los compañeros, en los hospitales donde hice las prácticas... Y me causaba una gran alegría cuando algún médico lo ponía en práctica.
-¿Y usted? ¿Ha tenido la ocasión? ¿Ha podido desarrollar esto?
-La verdad es que ahora mismo trabajo en un centro geriátrico, y ahí no hay muchas oportunidades. Pero lo que estoy haciendo ahora es asentando, dándole una forma más científica, más sólida, a todo esto. Por ejemplo, ha salido la oportunidad de este manual convertirlo en algo que se pueda publicar. Y además acabo de terminar un máster, durante el cual hice una investigación sobre las barreras de comunicación entre las enfermeras de los CAP de Barcelona y los pacientes inmigrantes. Las barreras idiomáticas, las culturales, las barreras de la desconfianza...
-¿Estamos hablando de racismo sin hablar de racismo?
-Hay racismo, sin duda. Es lo que más problemas causa. Me gustaría que no fuera así, pero es así. Yo he estado ahí, lo he oído: «Ya está aquí el negro este». Eso no puede ser. Es una persona que necesita tu ayuda, sea de donde sea. A mí oír eso me ponía de muy mala leche.

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